viernes, 11 de septiembre de 2009

Un texto para reflexionar

TORRE DE BABEL
Arieh Sztokman, Rabino

“Érase toda la tierra un solo idioma y pocas palabras”. (Génesis 11:1) Que cómodo que les resultó a aquellos seres humanos el dirigirse uno al otro dado que todos hablaban, con pocas palabras, el mismo idioma. Muchas veces no es necesario utilizar muchas palabras, solo las indispensables, las otras sobran.
Al principio los seres humanos compartían un solo idioma y también las posesiones. Ningún ser humano tenía propiedad privada.
“Dijeron el uno al otro: vamos, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego. Les sirvió el ladrillo por piedra y el betún por argamasa”. (Génesis 11:3)
Este versículo nos enseña que el ser humano debe hacer frente a diversos desafíos. Se establecieron en un lugar donde no había piedras, y utilizando los dones que Dios les dio, inteligencia, sabiduría…, decidieron buscar una solución al problema fabricando ladrillos. Aparece el desarrollo tecnológico. Además hasta ese momento existía una mancomunion entre el ser humano y la naturaleza creada por Dios.
El tiempo de verbo que utilizaron es maravilloso, el plural. Hacían juntos y de esa manera pudieron hacer en beneficio de todos ellos. Hasta entonces no existía el beneficio de unos en detrimento de otros, sino que, por el contrario, hacían en comunidad.
Podemos deducir que, cuando el ser humano actúa en comunidad, en beneficio de todos, es posible encontrar soluciones rápidamente y al mismo tiempo lograr el bienestar general.
No existen ganadores y perdedores.
“Dijeron, vamos, edifiquemos para nosotros una ciudad y una torre con su cúspide en los cielos y nos haremos de un nombre, no sea que nos dispersemos sobre la faz de toda la tierra”. (Génesis 11:4)
Cuando comenzaron a construir la ciudad con su torre como así también el desarrollo de trabajos artificiales, dejaron de lado su hermandad original y establecieron la propiedad privada, diciéndose uno al otro “lo mío es mío y lo tuyo es tuyo”; se separaron.
Aquí comienza el distanciamiento entre los seres humanos entre si, entre ellos y la naturaleza y entre ellos y Dios. No proponen hacer una edificación para todos, o para Dios, sino para ellos, para un pequeño grupo.
El desarrollo tecnológico en si mismo, no es bueno ni malo, lo importante es ver que hace el ser humano con todo aquello que va descubriendo.
En este caso nos enseña que lo creado por el ser humano produjo un cambio importante en su forma de pensar y en su forma de vida. Se creyó omnipotente, supuso que iba a poder hacer todo lo que quisiera y además que, con los avances propios, no iba a necesitar a Dios.
Llegar a los cielos sigue siendo el anhelo del ser humano, es decir hacerse “como Dios”, para ello sigue desarrollando nuevos y más sofisticados productos con los cuales supone que conquistará el mundo. Además considera, erróneamente, que cuanto mas tiene más vale.
Hacerse de un nombre se concreta mediante las buenas acciones. El Talmud dice que las buenas personas no necesitan monumentos para ser recordados, sus buenas acciones las recuerdan.
El ser humano se está ocupando de edificar ciudades amuralladas, con paredes que los separan de los demás, con torres que vigilan para saber quien entra y sale, es decir cada vez mas se separa uno del otro, de la naturaleza y de Dios.
Construir una ciudad es noble y genuino pero desear perpetuar el propio nombre (fama) por medio de altas torres que lleguen hasta los cielos, es soberbia.
“Dijo Adonai, He aquí que son un solo pueblo y un solo idioma tienen todos y éste es el comienzo de su obra y ahora no les será vedado nada de lo que se han propuesto hacer” (Génesis 11:6)
El 1* de setiembre conmemoró la humanidad los 70 años del comienzo de la segunda guerra mundial. Éste es un ejemplo de lo que se puede lograr con un solo idioma, es decir el que no haya diferencia de opiniones, porque si las hubiere, quien opina diferente puede ser eliminado.
Esta generación, que estaba unidos por un solo idioma y además compartiendo las mismas ideas, estaban convencidos que el objetivo de su existencia era la creación de una sociedad política. El error de este grupo fue suponer que lo político era un fin en si mismo y no un medio para las opiniones diferentes y además la posibilidad de utilizar dicho medio, la política, para desarrollar la espiritualidad humana. (Isaac Abarbanel-Abravanel-Lisboa 1437-Venecia 1508)
El tener un solo idioma es una ventaja, lo importante es como se utiliza dicho idioma. Vivimos en un país en el cual los habitantes tenemos un solo idioma, el castellano, pero cuando las ideas que expresamos con dicho idioma son distintas a las consideradas correctas, estamos cometiendo un grave error.
El idioma es lo de menos, lo que es importante es saber que hacemos con este medio para la expresión de ideas y sentimientos. Si buscamos tener razón en lugar de vivir en paz, sea el idioma que sea el que utilicemos, no podremos entendernos, dado que no hay intercambio de opiniones. Cuando para algunos una sola opinión debe prevalecer, eso es despotismo, autoritarismo, dominio de unos sobre otros.
La sugerencia es abrir el corazón, utilizando el idioma de la cordura, para que podamos entendernos, comprendernos y, de esa manera, obrar en favor de nosotros y de los otros y, por lo tanto, en cumplimiento de la voluntad de Dios.
Es bueno que el ser humano haga propuestas, lo que no es bueno es que dichas propuestas vayan en detrimento del ser humano, en beneficio de unos pocos, y que lo inventado sea más importante que la propia humanidad.
“Vamos, descendamos y confundamos allí su idioma, para que no entiendan el uno el idioma del otro” (Génesis 11:7)
Aquí los verbos atribuidos a Dios figuran en plural mayestático.
Cuando el ser humano quiere compartir con el otro, no importa que idioma hable. Con el corazón abierto, con la sonrisa, que es el idioma universal que permite el perfecto entendimiento. Sin embargo si el humano quiere engrandecer su ego buscando tener razón en perjuicio del otro ser humano, es decir con el corazón cerrado, no logrará entenderse jamás, no obstante hable el mismo idioma.


Textos utilizados.
Studies in Bereshit-Génesis. Nehama Leibowitz
Libro de Génesis. Traducción y comentarios del Rabino Marcos Edery

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