sábado, 24 de octubre de 2009

La parashá de esta semana: Noah (2º comentario)

NOAJ 5770
Bereshit - Génesis 6:9-11:32
24 de octubre de 2009 – 6 de tishrei de 5770
Por el
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación Bnei Israel - San José, Costa Rica

La torre de la arrogancia
Sobre el final de Parashat Nóaj aparece la historia popularmente conocida como "La Torre de Babel", que en la literatura clásica judía recibe el nombre de Maasé Dor Haplagá, algo así como "la historia de la generación de la escisión".
Si bien la voluntad divina era que la generación de los hijos de Nóaj poblara la tierra (Bereshit 9:1), los hombres de la generación de la Torre de Babel desafían la orden de D"s y eligen permanecer juntos en un mismo lugar. Allí comienzan a edificar una gran ciudad con una gran torre, cuya cúspide llegaría a los cielos, queriendo así conquistar el espacio reservado a lo divino (11:4). Esta ciudad y su torre serían tan imponentes, que sus impulsores se harían sumamente famosos, o en el lenguaje bíblico, "se harían un nombre" (Ídem). D"s, quien aborrece el orgullo y la búsqueda de la auto-exaltació n a través del poder de lo material, "desciende" a la ciudad, dispersa a los hombres por toda la tierra y confunde sus leguas, provocando así que la construcción de la ciudad y su torre queden interrumpidas.
El Profesor Cassuto escribió un comentario académico muy interesante sobre este relato en su clásico "Menóaj ad Abraham", "De Nóaj a Abraham". Él explica que, a diferencia de otros textos de los primeros capítulos del Génesis, esta historia no tiene parangón en la literatura del medio oriente antiguo. De hecho, no podría haberlo tenido jamás, ya que según Cassuto esta narración constituye una sátira de la cultura de los pueblos vecinos de Israel, en especial de los babilonios. Aquellos pueblos se vanagloriaban con sus construcciones monumentales, que reflejaban el orgullo propio de una civilización que convertía a la técnica en un fin en sí mismo. En el relato bíblico, D"s les muestra que la altura de una torre no la acerca más a la divinidad, sino que Él debe "descender" de Sus alturas para ver las obras del hombre. D"s llama a la ciudad "Babel", utilizando la raíz de la palabra hebrea "confundir", ya que las leguas humanas fueron confundidas. También aquí hay una intención irónica, ya que en su idioma original, Babel significa "la puerta de D"s". Es decir que aquellos hombres que se creyeron tan listos como para pretender fijar el lugar de residencia de la divinidad, fueron dispersados sobre la faz de la tierra, y tuvieron que aprender que solo Él puede escoger Su morada.
Apenas nueve versículos de la Torá, los que narran la historia de la Torre de Babel, son suficientes para recordarnos algunos de los valores más importantes del ser judío: la oposición a las obras monumentales cuando son hechas con el único objetivo de vanagloriarse, el valor de la vida y el espíritu humano por sobre lo material, la humildad ante el orgullo, el respecto a D"s y a los hombres, la vanidad de los propósitos humanos que buscan el poder o la fama antes que el bien común, la aplicación de la técnica cuando se la considera como un fin en sí mismo.
En cada generación y en cada sociedad, se vuelven a levantar construcciones colosales, que ponen a prueba nuestra capacidad como judíos de discernir aquellas que son impulsadas por un espíritu de bondad y justicia, de aquellas que están cimentadas en la soberbia y la arrogancia. Quizás volver a leer y pensar el texto de la Torre de Babel pueda ayudarnos a diferenciar con sabiduría.
Shabat Shalom,
Rabino Rami Pavolotzky

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